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Con mucho interés esperábamos la realización de esta nueva versión de la ya clásica COPA ANDES PATAGÓNICOS, que se corre anualmente desde 2010, año de su creación por el entonces grupo de navegantes en 1MULY residentes a ambos lados de la cordillera del Cono Sur Sudamericano. Volvía esta vez a las canchas de la tan atractiva región de la Villa Angostura, en el Lago Nahuel Huapi.
El pronóstico climático no se presentaba para nada auspicioso, con anticipos de fuertes vientos, lluvia y nevazones, lo que nos hizo entrar en dudas si era factible realizar el evento, pensando en las dificultades inherentes al cruce cordillerano en caso de nevazón. Pero pudo más el entusiasmo de la mayoría de los timoneles interesados en volver a encontrarse en la Villa después de tantos años sin estar ahí por la maldlita pandemia, y con un grado de nostalgia de los lindos tiempos pasados en compañía de nuestro recordado Luis Angel Lires, uno de los creadores de esta famosa Copa.
Así es que “a prepararse” era la orden, con ropa y zapatos adecuados porsiaca, y varios ajustes de ruta sobre la marcha, como cruzar por Mamuil Malal (Pucón-Junin), o con la barcaza por Huahum (lago Pirehueico), ¿o tal vez mejor por Cardenal Samoré? Aunque ese paso era el más sospechoso de llenarse de chilenitos viajando a comprar barato el día festivo del viernes 27 en la Argentina. Finalmente, el suscrito decidió viajar el día jueves por Cardenal Samoré, pasando por marina Rupanco para coincidir con el amigo Pablo, para viajar juntos en la super Ford calibre F150, con la mejor conversa en todo el trayecto (nada de política), de gran ayuda para aguantar esas 3 horas de cruce y largas filas de espera en sendas aduanas. ¡Ni sospechábamos que a nuestra vuelta serían 7 horas con fila de autos de hasta 8 km de largo, esperando pasar de vuelta a Chile!
Distinta fue la suerte de los que llegaban el viernes, como Pablo Walper y familia, que tuvieron que resistir justamente esas 7 horas de espera interminable para sortear todo el proceso de paso de Chile a la Argentina. ¡Que trámite más desastroso!
Y llegamos a la Villa, sin contratiempos y reconociendo cabaña en “El Montañés”, para luego conseguir algo de almuerzo tardío tipo “light”, en un restaurante que seguía abierto, pues en general cierran a las 16 hrs. Y en la noche nos aguardaba la primera parrillada de “posho a las brasas”, en casa de Riki, muy conversada y hasta discutida, con un tema medular: si se iba o no a permitir el toque de boya, al estilo de los españoles… así ya surgía el primer temazo altamente técnico, que a alguno por ahí llevó al extremo de preguntarse si mejor retirarse de ese quilombo, pues gustaba del “no toque”… ¿Quizás ya estaban cundiendo los grados alcohólicos ingestados? Pero primó lo práctico: se acordó tocar “las de allá” y no tocar las de más acá, es decir las “largada y llegada”. Así todo nuevamente tranquilein. ¡Tutto il mondo conforme!
El viernes lo aprovechamos con Pablo de pegarnos el pique al consulado chileno en Bariloche (1,5 hrs viaje de ida), para obtener un salvoconducto, por sugerencia de la aduana argentina, que advirtió que el C.I. de Pablo tenía una rotura en su código QR, no ilegible, que tendría el riesgo de eventualmente prohibirse su salida desde Argentina a Chile ¡¡Plop!! Habría sido otra complicación más dentro del complejo ambiente eleccionario argentino… ¡Así es que no quedaba otra! Notable detalle, que nos sorprendió a ambos, pero que según el consulado ya había sucedido muchas veces. Este viajecito nos permitió ver al Nahuel Huapi hecho un mar, con tremendo oleaje y diversas trombas marinas impresionantes ¡Ufff! Si eso nos tocaba el sábado, “hasta ahí no más llegamos compadre.”
Viernes en la noche: Jorge con apoyo del Riki armaron el primer gran parrillón en el quincho de las cabañas del Montañés, tremenda primera carga de proteínas para navegar el día siguiente suficientemente lastrados, ¡pues se venía lluvia y vientos con rachas hasta sobre los 50 nudos! ¿O sea aparejo C ó mejor “D”?
¿Y la cancha? Ante los bravos pronósticos climáticos, los organizadores decidieron cambiar la cancha desde la ubicación tradicional, para instalarla en la Marina del Capitán Lucas, quien gentilmente la puso a disposición, con ese pequeño quincho con baños y cocina, decisión muy acertada por la mayor protección que permitía a los timoneles, antes esas inclemencias del tiempo que se veían venir.
Y llegó el sábado, justamente con esas super-rachas, que ya se sintieron toda la noche, a reconocer cancha , preparar los barcos y decidir qué aparejo: para C no daba… todos al aparejo B, era obvio , pero… pocos momentos antes de la primera largada, baja el viento, y cambiooooo, hay que ir al A, ¡nerviosismo inicial! Y partimos, bajo la orden y atenta mirada de control del Oficial de Regatas, nuestro amigo de Lago Hermoso, Alejandro Massari, qué bueno volver a vernos con él…
Se larga la primera sin mayor dificultad, pero al rato se aparecen unas rachitas simpáticas y hasta juguetonas, con roladas de 90 y más grados (ceñida y luego popa en una misma manga), primeras zambullidas, a cambiar al B de nuevo, mientras que el suscrito por comodidad persiste con el A, sufre trompos y “submarinos”, etc., pero por ahí baja el viento y obtiene su mejor lugar en los dos días, un tercero… Y la lluvia no para, con temperaturas bajas y el quinchito prestando valioso servicio para resguardarse un rato. Igual terminando todos harto majados y esos protectores de radios al límite. Termina así la primera jornada, con todos los barcos sanos y salvos. ¡Notable, gran cosa con esas duras condiciones reinantes!
El premio por el primer día: segunda gran parrillada en el quincho, mucha buena conversa, cantidad de ricas carnes, vino y cerveza en abundancia hasta altas horas de la noche, mejor dicho madrugada.
Domingo: sospechoso silencio durante la noche y amanece nevando intensamente, con menos viento, pero temperaturas aún más bajas… wow. ¿Cómo será esto? Desayunazo y a la cancha miércale… armar los barcos, aparejo A y partimos, bajo intensa nevazón y vientos moderados, con una que otra rachita despistada por ahí y por allá, y roladas lindas… pero todo más pausado que el día anterior, pero sin duda muy especial, único, nunca visto… las cubiertas de los barcos blancas y cargaditas de nieve, y los copos pegados a las velas, que quedaban como medias tontas, aparte de una aerodinámica bien jaspeada, para decirlo de alguna manera, muy extraño, pero igual se corrieron regata tras regata, con las pausas de rigor entre una y otra para el mange de almuerzo, preparado por las damas acompañantes.
Y llegamos al final de estas regatas en dos días muy extremos y especiales, nunca vividos ni navegados así, sin duda únicos y difícilmente repetibles a futuro, es lo que más comentamos… lo hicimos, es histórico y casi para no creerlo. 18 regatas corridas por los 11 intrépidos timoneles en esas condiciones, con todos los barcos terminando la dura prueba sin mayores problemas y todos felices, como se vio, se sintió, se escuchó y se fotografió en la gran parrillada final de ese tan especial y único domingo de vela RC bajo copiosa nevazón.
Campeones fueron todos los que estuvieron ahí, destacando una vez más el porteño abonado a los primeros lugares, el gran Martín Varo, seguido de cerca por otros dos capos, Diego Louyer en segundo lugar y Pablo Walper en tercero, a un punto de diferencia (espeluznante), gran aplauso y reconocimiento a los talentos de estos tres “gallos”, que sean las condiciones que sean, se las arreglan para rápidamente estar en punta en estas flotas. ¡Muy bien! Y gran decisión gran: con la venia de Martín, la ya antigua copa seguirá inscribiendo a sus ganadores, con ampliación de su base para tener más espacio de registro de sus futuros ganadores.
Será entonces hasta la próxima versión, que tocará realizarse en Chile, para lo cual ya estamos pensando en escenarios posibles, de los variados lugares que ya hemos probado. ¡Con suficiente anticipación llegará la noticia!!
Un gran saludo a todos ustedes, con especial agradecimiento a los organizadores de esta singular e histórica versión de la “Copa Andes”, en especial a Jorge, Riki y Lucas, y a nuestro impecable Oficial de Regatas, Alejandro.
Rolf Köster
CHI-67